Me alongué. Sereno, relajado. Ya no me asustaba.
El muro no me impedía nada. Era consciente .
Estaba ahí para tranquilizarme, Ya no para defender o esconder.
Respire el aroma de la libertad En lo que me daba tiempo de acostumbrarme
Para envalentonarme. Para despedirme, de lo que había sido mi hogar intramuros.
Atrás iba a quedar ese mundo mío pequeñito y se abría ese mundo mío inmenso.
Disfruté de ese momento, de conciencia, Dejándolo deshacerse de a poquito.
Y las piedras se volvieron estrellas.
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