Vibro continuamente porque estoy hecho de átomos y la energía condensada en ellos, vibra.
Éste vibrar genera ondas y éstas tienen su frecuencia, como una radio.
Son como olas en el mar y esa línea tan fina que separa la vida de la muerte, tan sólo es una frecuencia, un tono, una vibración.
Extiendo la mano para dejarme flotar por las olas, uno nunca se mueve solo por ellas.
La mente afloja, el corazón se expande. Siento la paz de quien estuvo.
Otra vibración, otra frecuencia y ese lado conocido como "después de la muerte", se abre en una abrazo que unifica todo, en un solo tono, en una sola nota, en una sola frecuencia: el amor.
